Acá el silencio se convierte en sonido, no vale el tiempo pero valen las memorias. No se cuentan los segundos, se cuentan historias.
No me gustaría que creyeras que soy un equilibrista, quiero decir alguien que busca el equilibrio. ¡No! Equilibrio es estatismo, es igualdad, es indiferenciación, es muerte. No hay un ser humano más equilibrado con su medio ambiente físico-químico que un cadáver.
Más bien soy un amante de la armonía, un enemigo de los absolutos y  un enamorado de la posibilidad de que A y anti-A coexistan en interdependencia.



Después de todo, no hay luz sin oscuridad; no hay valor sin miedo; no hay cerca sin lejos; nada existe sin su opuesto.