Acá el silencio se convierte en sonido, no vale el tiempo pero valen las memorias. No se cuentan los segundos, se cuentan historias.
Te dicen que no podés quererlo todo en la vida, que eso es de alguien egoísta, que debés esperar, o desistir, que debés pensar en frío, que eso no es para vos, que aquello nunca te pertenecerá. Pero luego te dicen que debés lanzarte al vacío sin mirar, sin pensar, que debés luchar, soñar, aspirar a más, desear con todo tu corazón, que si de verdad lo querés, debés ir tras ello cueste lo que cueste, que nadie más luchará por lo mismo o que alguien más te lo quitará si no te das prisa. Te dicen que no, y luego te dicen que sí, que el tren no espera, pero que siempre hay una segunda oportunidad, pero es tarde, pero no debes perder las esperanzas. Te hablan de paz, amor y de cosas buenas, y más tarde te dicen que no vueles demasiado alto que te vas a estrellar, que es mejor tener los pies sobre la tierra que estar en la luna de Valencia. Y yo no sé siquiera dónde queda aquella luna. Odio que la gente se contradiga todo el tiempo, que invente discursos falsos para hacerte sentir mejor, pero que no les importe echarle veneno a tus ilusiones sin siquiera un mínimo de remordimiento. ¿Acaso no fueron jóvenes, y desearon conquistar el mundo, e irse lejos de casa para sentirse libres, y apostar a la suerte y otras cosas? Ellos te dicen y uno se decepciona cada vez más.